Secretaria de Feminismo y LGTBI de la JSC Baix LLobregat.
El primer consejo de ministras y ministros
Por Claudia Acebrón
El 7 de junio de 2018 se hizo historia en nuestro país: por primera vez en Democracia se ha formado un gobierno, no solo paritario (recordemos que el único hasta ahora ha sido el de José Luís Rodríguez Zapatero en 2008), sino con un número más elevado de ministras que de ministros. Con este hecho, nos hemos situado en el primer puesto del ranking mundial con más mujeres en carteras ministeriales, superando a Finlandia, Suecia y Noruega.
Pese a lo preocupante y triste que puede resultarnos que en estas dos últimas legislaturas se haya retrocedido hasta el punto de ni si quiera existir paridad en el Gobierno, debemos sentir alegría, esperanza y orgullo porque ahora sí exista, e incluso exista un mayor número de mujeres que de hombres.
La paridad es necesaria si queremos construir una sociedad que se sostenga en la igualdad de género. Es importante visualizar el talento femenino, no para demostrar que las mujeres también nos merecemos puestos de responsabilidad (¿acaso ellos deben hacerlo?), sino para concienciar de que existe un enorme talento femenino en nuestro país que durante años no se ha visualizado ni reconocido y que debe hacerse.
Este gobierno presidirá un país aún patriarcal, donde las injusticias como la brecha salarial, el acoso sexual, la cosificación del cuerpo de la mujer y la violencia de género, han sido el grito del último 8 de marzo.
Manifestación en Madrid con motivo del Día Internacional de la Mujer. (Jaime Villanueva, video: Atlas).
El nuevo gobierno recoge parte de ese grito. La voluntad que caracteriza a este gobierno de dar respuesta a la desigualdad entre hombres y mujeres, situando las políticas feministas en la agenda pública, es esencial. Lo es también, pero, la composición del ejecutivo.
En primer lugar, es indiscutible que por justicia debe existir paridad y que ésta es una deuda pendiente en nuestra Democracia. A lo largo de la historia, las mujeres nos hemos visto relegadas de la esfera pública. Una vez empezamos a formar parte de ésta, los puestos de responsabilidad y de toma de decisión han recaído en manos masculinas de igual modo. Pese a que la tendencia se ha ido corrigiendo en las últimas décadas, aún estamos muy (pero que muy) lejos de lograr la paridad. El techo de cristal imposibilita a las mujeres llegar al mismo lugar al que llegan sus compañeros y la falta de políticas para eliminarlo nos sitúan lejos de una igualdad de género real.
Las mujeres somos la mitad de la población de este país y en el año 2018, por justicia y ética, no puede contemplarse cualquier gobierno que no sea paritario.
2. El país necesita mujeres al frente de éste
Algo pareció cambiar aquel día que este país tuvo el primer gobierno paritario y éste mismo creó el Ministerio de Igualdad. Sin embargo, en los siguientes diez años la desigualdad entre mujeres y hombres se ha disparado. No por el hecho de que no existiese un gobierno paritario (algo bastante sintomático de la involuntariedad de lograr una igualdad de género), sino porque la crisis ha agudizado el empobrecimiento femenino. En estos últimos años se ha dado un crecimiento y a la vez más invisibilidad de los trabajos de cuidado, un aumento de las reducciones de jornada por parte de las mujeres, un aumento del paro femenino y unas pensiones femeninas más bajas, además de la precarización de los trabajos feminizados. La solución del partido de derechas que nos gobernaba hasta hace poco pasó por eliminar el Ministerio de Igualdad, reducir la partida presupuestaria destinada a la lucha contra la violencia de género y desoír las exigencias (también europeas) de reducir la brecha salarial y tomar medidas para luchar contra el acoso sexual.
Además, en los últimos años hemos sido testigos de un crecimiento de la violencia de género, de una clara justicia patriarcal que castiga a mujer víctimas tanto de agresiones sexuales como de violencia doméstica y un aumento de las agresiones sexuales.
La respuesta ante todos estos problemas ha sido nula. Quizá la ideología no acompañaba, pero la falta de mujeres para la toma de decisiones, tampoco. Nuestro país necesita un gobierno socialista, que ondee la bandera de la igualdad de género, que diseñe políticas feministas y que desarrolle todas las políticas públicas con perspectiva de género. Pero este país también necesita a mujeres en el gobierno hablando de problemas que atañen directamente a las mujeres. Es muy probable que de ahí nazcan, en mayor medida, la respuesta y solución a éstos.
Pero también necesitamos a mujeres, por sus capacidades, su mente y su perspectiva, para resolver los problemas sociales y políticos a los que nos enfrentamos.
El diálogo y la eficiencia tiene rostro femenino.
3. La necesidad de referentes femeninos
La falta de referentes femeninos es indiscutible. Sabemos que en los libros escolares las referencias a mujeres y los personajes femeninos que se estudian en las distintas disciplinas no llegan al 30%. Según los últimos estudios, una niña de siete a la que se le pregunta si quiere ser médico, ingeniera o química ya responde, en un alto porcentaje de casos, “eso es muy difícil” o “yo no sabré hacer eso”. Esto debe cambiar.
El cambio viene desde una educación que construya confianza, seguridad, voluntad y derribe mitos. Pero este cambio no será posible si siguen faltando referentes femeninos en los que inspirarse.
El jueves 7 de junio de 2018 once mujeres fueron nombradas ministras. Once ministras frente a seis ministros. Todas ellas de disciplinas distintas y con una larga carrera profesional. Todas, con experiencia, con conocimiento, con talento y con altura política.
Esto no quiere decir que tengamos que caer en la trampa machista de exigir profesionalmente más a las mujeres que a los hombres, precisamente por el hecho de que sean ellas las que han alcanzado dichos cargos. Una vez escuché que la diferencia entre un político y una política, es que un político se le permite la mediocridad y en las mujeres es incontemplable y castigable. Creo, pero, que en este gobierno eso no ocurrirá en ninguno de los dos casos.
Las profesionales que ahora forman el ejecutivo dirigirán ministerios, que se trasladará al bienestar directo de los ciudadanos y ciudadanas en las diferentes áreas. Ellas, desde dicho día, se suman a esa lista de mujeres referentes en las que muchas mujeres y muchas niñas podemos mirarnos.
Los referentes son indispensables para acabar con los trabajos feminizados, con las mujeres que desisten en sus carreras profesionales contra su deseo y con la prácticamente inexistencia de mujeres en puestos de responsabilidad en profesiones hasta ahora con rostro masculino.
4. Ser ejemplo
Consejo de Ministras y Ministros del Gobierno de Pedro Sánchez.
La igualdad de género se logrará con políticas feministas reales. Deben empezar a implementarse medidas y políticas que corrijan esa desigualdad en todos los ámbitos: social, laboral (hablamos también de la industria del cine, periodismo, deporte, ejército…), judicial, político y económico.
Ser ejemplo, como gobierno de este país, es el primer paso obligatorio para ello, además de una legislación y políticas públicas que acompañen. La composición del nuevo gobierno y las políticas feministas que se lleven a cabo desde éste, deben ser inspiración y ejemplo.
Por primera vez, en la promesa del cargo ante el Rey en Zarzuela, la fórmula más utilizada para prometer cargo ha sido la de “Consejo de Ministras y Ministros”. Este año, en 2018.