Mercedes Pérez Tamarit
Primera secretaria JSC Cornellà
@merpereztamarit

 

Cualquier momento es el indicado para hablar de violencia machista, sin embargo, ese momento es ahora más necesario que nunca, puesto que muchas mujeres a causa del confinamiento están encerradas en el mismo espacio físico junto a su maltratador. A pesar de que la lacra que sufre este
colectivo comienza a visibilizarse cada día más gracias al rechazo social y al impulso de iniciativas políticas, hoy en día sigue existiendo un grupo de víctimas de la violencia machista estigmatizadas i infravisibilizadas, este colectivo está formado por las mujeres con diversidad funcional.

Estas mujeres representan un pequeño porcentaje de la sociedad y la mayoría de las veces, erróneamente, no son consideras personas con capacidad de poder tomar sus propias decisiones sino como meros objetos de cuidados o incluso siquiera son visibles para cierta parte de la población.

Estas mujeres viven y padecen los mismos malos tratos que una mujer que no presenta ninguna diversidad funcional, no obstante, dada su situación estas mujeres padecen un riesgo cuatro veces mayor a sufrir una agresión machista que una mujer que no presenta ninguna discapacidad.

Un síntoma del olvido de parte de la sociedad de este colectivo, son los escasos datos que encontramos al respecto. Según un informe del Parlamento Europeo sobre la situación de las mujeres de los grupos minoritarios en la Unión Europea, un 80% de las mujeres con discapacidad son víctimas de violencia y un 68% de estas victimas viven en instituciones expuestas a una violencia física, psicológica y sexual por parte de su entorno, ya sea personal sanitario, de servicio o de cuidadores. Esta cifra nos reafirma la clara vulnerabilidad que padece este colectivo.

Las mujeres que padecen una discapacidad sensorial, física o psicosocial están especialmente en un estado de vulnerabilidad muy elevada de sufrir una violencia física, sexual y psicológica. Existen una serie de factores que hacen que estas mujeres tengan muchas más dificultades de denunciar una agresión machista, que no afectan a las mujeres sin diversidad funcional. Estos factores se corresponden a una serie de estereotipos como no creerse el relato de una mujer que tiene un trastorno mental grave y por una dependencia de terceras personas tanto económicamente como en los cuidados siendo muchas veces el agresor quien proporciona esos “cuidados”. Estos factores son derivados de las múltiples dificultades afectadas por este colectivo de mujeres que no les permite acceder a un trabajo remunerado o incluso también a una educación que les permita ser autosuficientes sin depender de nadie. Todos estos factores y más, provocan que estas mujeres no quieran contarlo.

No siendo suficiente el calvario al que muchas veces están sometidas, las mujeres con diversidad funcional numerosas veces sufren una barbarie, la esterilización forzosa o el aborto coercitivo. La gran mayoría de veces se les someten a dichas prácticas inhumanas sin causa médica o terapéutica aparente. En nuestro país, estas prácticas también están al orden del día, se sigue perpetuando contra muchas mujeres con discapacidad especialmente si tienen una discapacidad intelectual o psicosocial, dicha practica se realiza sin el consentimiento de ellas, sin ser conocedoras de la operación a las que se les va a someter y, muy importante, sin que el hecho de no llevar a cabo esta brutal práctica conlleve amenaza o riesgo alguno para la salud de ellas.

¿Y porque se las somete a esta practica? Pues existen unos motivos, evitar informarles sobre su sexualidad ya que esta el falso mito de que son personas que carecen de deseo sexual, por el bien de nuestra sociedad, comunidad o la familia, por su falsa creencia a que no pueden ser madres y también por el supuesto bien de ellas. Me pregunto cual es ese bien, ya que dicha práctica las hace padecer una menopausia prematura en plena adolescencia, una osteoporosis con 20 años y les agrava en muchos casos las enfermedades cardiovasculares. En España desde 2010 se han resuelto una más de 100 sentencias judiciales autorizando esta practica, que es contemplada en el articulo 156 de nuestro Código Penal. La esterilización forzosa solamente hace que el abuso hacia ellas sea mayor. Hay que mencionar que el mes pasado se aprobó en el Senado la eliminación de la despenalización de la esterilización forzada de las personas con discapacidad.

Todo esto sigue sucediendo porque seguimos viviendo en una sociedad que es desigual no solamente entre hombres y mujeres, sino también entre personas que tiene una discapacidad o no, seguimos inclinando la cabeza, sonreímos con esa mueca de “pobrecito”, y eso es porque vemos a la silla y no a la persona. Sin embargo, ese comportamiento por parte de la sociedad ocurre con todos y cada uno de los colectivos en riegos de exclusión social. Y mientras sigamos viéndolo así nunca avanzaremos hacia una igualdad real.

 

 

Este artículo responde a la charla “Víctimas invisibles de la violencia machista” que tuvo lugar en Cornellá el 29 de febrero de 2020.

 

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